El optimismo y la esperanza son dos pilares fundamentales en la psicología positiva que a menudo se confunden, pero que juegan roles distintos en nuestras vidas. Mientras que el optimismo ilusorio puede llevarnos a subestimar los riesgos y sobreestimar nuestras capacidades, la esperanza en acción se enfoca en establecer metas claras y estrategias para alcanzarlas. Este artículo explora cómo el optimismo ilusorio puede transformarse en esperanza en acción, y cómo ambos coexisten de manera que potencien nuestro crecimiento personal y profesional.

El Optimismo Ilusorio: ¿Qué es y cuáles son sus efectos?

El optimismo ilusorio es un fenómeno psicológico en el que las personas creen que tienen más probabilidades de experimentar eventos positivos y menos probabilidades de enfrentar eventos negativos. Según estudios de Weinstein (1980), este tipo de optimismo lleva a una percepción distorsionada de la realidad y a decisiones poco prudentes. Por ejemplo, un estudio publicado en el “Journal of Behavioral Decision Making” muestra que las personas con un alto grado de optimismo ilusorio tienden a subestimar significativamente los riesgos relacionados con comportamientos de salud, como fumar o comer de forma desequilibrada.

La Esperanza en Acción: Definición y Beneficios

A diferencia del optimismo ilusorio, la esperanza en acción se basa en un enfoque más realista y pragmático. Según Snyder et al. (1991), la esperanza involucra dos componentes críticos: la agencia (la motivación para lograr los objetivos) y los caminos (los planes para alcanzar esos objetivos). Al creer en nuestra capacidad para tomar acciones efectivas y desarrollar planes concretos para alcanzar nuestros sueños, podemos cultivar una esperanza que nos guíe hacia un futuro más brillante y lleno de posibilidades.

La investigación ha demostrado que las personas con altos niveles de esperanza no solo tienen mejores resultados académicos y profesionales, sino que también experimentan mayor bienestar emocional. Este tipo de esperanza promueve la resiliencia y la capacidad de recuperarse de las adversidades, como se evidencia en un estudio del “American Journal of Psychology”.

Aunque el optimismo ilusorio puede ser riesgoso. Puede convertirse en un catalizador para la acción cuando se canaliza adecuadamente. La clave está en equilibrar la naturaleza positiva del optimismo con un plan de acción realista que caracteriza a la esperanza. Integrar la autoconciencia y la evaluación crítica puede ayudar a transformar un optimismo sin fundamento en una esperanza informada y activa.

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Referencias:

  • Weinstein, N.D. (1980). Unrealistic optimism about future life events. Journal of Personality and Social Psychology, 39(5), 806-820.
  • Snyder, C.R., et al. (1991). The will and the ways: Development and validation of an individual-differences measure of hope. Journal of Personality and Social Psychology, 60(4), 570-585.
  • Journal of Behavioral Decision Making: Estudio sobre el impacto del optimismo ilusorio en la percepción del riesgo.

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